Meditación en el día del exilio
Sólo el Infierno puede hacer verdaderos mártires, porque la salvación es el peor de los descaros en nuestra Época; porque dura precisamente el tiempo que se necesita para preparar un nuevo Universo de Condenados. Sí: el Infierno es un lugar quebrado hasta lo infinito. Perro y caballo se alimentan siempre del camino más corto entre dos puntos. Busca Tú la Poesía. Y, ¿recuerdas? —Nadie podía salir del paisaje natural sin perder todo su vello como el oso arrancado al útero de la osa. Empaisajados, dormimos cien años consecutivos en el pueblo caliente de la mata de arena. ¡Y tú, Poesía sola, hecha de mente, de ladrillo y de persona! Permaneces pura hasta cuando te inclinas sobre el plato de azafrán de las posadas. Como ese grillo insalvable, cantas con todo lo que te ha sido dado en una sola noche de amor y estallas al amanecer, con la última cuerda del viento en la boca. Y Tú, distinguiendo siempre; Agua, Tierra, Fuego, Éter. Hasta que ese día de Corpus Christi, miré la batea de sangre a los pies del cadáver (el cadáver en posición fetal). Sí: el cuerpo se mantiene sin nacer jamás, y soles nos dirigen, pero las auroras están a ambos lados y el Hombre, bocabajo, sobre la estera o petate, entre cuatro velas: Fuego, Éter, Agua, Tierra. Y las estrellas muriendo de púa como abejas. ¡Esa bala! No era mortaja ni toalla sino país de heno puro, florido. El éter duerme en los baños, en los astilleros, en los calvarios; el fuego, lanzado al voleo cae en la tierra, color de uña y rosario de los muertos. ¡Y tú, exilado! ¡Mano de Cristo en el cortocircuito de la araña!
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