Umbral
Yo, que fui poeta sin parroquia ni ocupaciones respectivas, ¿que pensaré ahora frente a estas torres de cien cuerdas que nadie toca? ¿Dudaré del traspiés metafísico, humano, ante esta hechura de lodo en el umbral misérrimo de la Suerte Pública? ¡No! Yo descubrí el átomo de helio en los ojos oscuros del vasallo. Yo descubrí los discos escritos con sangrienta gramática por la furiosa pluma del Emperador. Sólo hubo una época hermosa: la caza era entonces un rostro suspendido en el Espacio. Hoy nadie puede perdonarlos porque saben lo que matan.
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