Gonzalo Rojas Antología Breve Selección y nota introductoria de Hernán Lavín Cerda VERSIÓN PDF |
Nota introductoria
Siempre le oí decir a Gonzalo Rojas (Lebu, Sur de Chile, 1917): "Soy un animal rítmico". Nos conocimos en el invierno de 1965, durante el Primer Encuentro de Poesía Joven de Chile, que se celebró en la Universidad Austral de Valdivia. Allí, junto al abismo del inmenso río, nació nuestra amistad. Nos volvimos a ver en Concepción —hablamos mucho de tres obras poéticas: Dador, Salamandra, y Escritura de Raimundo Contreras— y luego en Santiago, en mi casa verde de Asunción 221, muy cerca del Cerro San Cristóbal. Cuando lo conocí, recién se había publicado su segundo libro, Contra la muerte (1964) en la Editorial Universitaria. El comentario fue unánime: una vez más Gonzalo Rojas en medio del relámpago; visión órfica y arrebato suntuoso. La certidumbre de que "el mundo sale volando desde el huevo de la muerte". Habían transcurrido dieciséis años desde la publicación de La miseria del hombre (Valparaíso, 1948), su primer cataclismo sonoro, erótico, ontológico, libérrimo. Quiero recordar que Gabriela Mistral, después de leer esta obra, le escribe a Gonzalo y le dice: "Su libro me ha tomado mucho, me ha removido, y a cada paso, admirado, y a trechos me deja algo parecido al deslumbramiento de lo muy original, de lo realmente inédito. Déme algún tiempo para masticar esta materia preciosa. Usted sabe, Rojas, que yo no sirvo para hacer crítica... Lo que sé, a veces, es recibir el relámpago violento de la creación efectiva, de lo genuino, y eso lo he experimentado con su precioso libro."
Hernán Lavín Cerda |
Numinoso
Al mundo lo nombramos en un ejercicio de diamante,
2 Vamos sonámbulos
3 Míseros los errantes, eso son nuestras sílabas: tiempo, no |
Papiro mortuorio
Que no pasen por nada los parientes, párenlos |
Latín y jazz
Leo en un mismo aire a mi Catulo y oigo a Louis Armstrong |
Transtierro
|
Arenga en el espejo
Fascinación mortal la del azogue; qué |
Conjuro
|
Monólogo del fanático
Por mis venas discurre la sangre presurosa del animal inútil |
Versículos
A esto vino al mundo el hombre, a combatir |
Tacto y error
Por mucho que la mano se me llene de ti |
No le copien a Pound
No le copien a Pound, no le copien al copión maravilloso |
Ejercicio
Figúrate tanto |
Las hermosas
Eléctricas, desnudas en el mármol ardiente que pasa de la
|
Algo, alguien
Las personas son máscaras, las acciones son juegos de
|
Ese ruido en los sesos
En las noches |
Fragmentos
Del cerebro cae la esperma, cerebro líquido,
2 Cuerpo que vas conmigo, piel
3 un zarpazo, un ritmo,
4 ¿De qué se acuesta el hombre para morir, de qué latido
5 Me invento en este Dios que me arrebata, me abrumo
6 Ya van cincuenta y siete, hila que hila, zumba
7 del polvo
8 a la nada.
9 Dormir por último en las piedras pero velar como el
|
Carta sobre lo mismo
Palabras, cuerdas vivas de qué, pobre visible |
Cama con espejos
Ese mandarín hizo de todo en esta cama con espejos, con
|
Acorde clásico
Nace de nadie el ritmo, lo echan desnudo y llorando |
Encuentro con el ánfora
Esta línea empieza con la filmación de esa navaja
|
Al silencio
Oh voz, única voz: todo el hueco del mar, |
El fornicio
Te besara en la punta de las pestañas y en los pezones,
|
A la salud de André Breton
Contigo y con el viento teníamos todo I Y la Mosca decía, qué decía la Mosca: no es para tanto,
II —Nunca fui de La Charca, la belleza será convulsiva,
III Lo que te debe toda la escritura del mundo, y el oxígeno,
|
Diáspora 60
A sangre, B costumbre, C decisión
|
Desde abajo
Entonces nos colgaron de los pies, nos sacaron |
Epitafio
Se dirá en el adiós que amé los pájaros salvajes, el aullido |
Pericoloso
Qué rápida la calle vista de golpe, los espejos de los autos |