Versículos
A esto vino al mundo el hombre, a combatir la serpiente que avanza en el silbido de las cosas, entre el fulgor y el frenesí, como un polvo centelleante, a besar por dentro el hueso de la locura, a poner amor y más amor en la sábana del huracán, a escribir en la cópula el relámpago de seguir siendo, a jugar este juego de respirar en el peligro. A esto vino al mundo el hombre, a esto la mujer de su costilla: a usar este traje con usura, esta piel de lujuria, a comer este fulgor de fragancia cortos días que caben adentro de unas décadas en la nebulosa de los milenios, a ponerse a cada instante la máscara, a inscribirse en el número de los justos de acuerdo con las leyes de la historia o del arca de la salvación: a esto vino el hombre. Hasta que es cortado y arrojado a esto vino, hasta que lo desovan como a un pescado con el cuchillo, hasta que el desnacido sin estallar regresa a su átomo con la humildad de la piedra, cae entonces, sigue cayendo nueve meses, sube ahora de golpe, pasa desde la oruga de la vejez a otra mariposa distinta.
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