Monólogo del fanático
Por mis venas discurre la sangre presurosa del animal inútil que come cuatro veces al día como un puerco, que me tutea y me deprime con su palabra ufana, testimonio evidente de esta parte de mí que se muere al nacer, como una nube; lo blando, lo confuso, lo que siempre está afuera del peligro, el adorno y el encanto. No beberé. No comeré otra carne que la luz del peligro. No morderé otra boca que la boca del fuego. No saldré de mi cuerpo sino para morirme. Ya no respiraré para otra cosa que para estar despierto noche y día.
|