Diáspora 60
A sangre, B costumbre, C decisión y así más allá de Z, zumbido mental del fósforo, cráneo cráter, carácter, acostémonos, riámonos desnudos, mordámonos hasta el amanecer, M con U mujer en latín de Roma, mulier genitivo de lascivia mulieris interminable, olor a ti, a tú, a también tierra del principio con lava de beso, con una muchacha que se abría para ser dos, para vertiente ser tres; ese, Dios mío único, juego donde alguien escribe una carta a quién y se llora, siempre se llora porque por último no hay peor cuchillo que el ahí; baleado han mi corazón, olido he lo purpúreo, me llamo martillo, ¿y tú, tabla? ¿Y tú, niñez de los niños, qué andas en esto haciendo despavorida tan tarde?, ¿y tú mariposa la traslúcida? De eso íbamos a subir por la cuesta, a hablar cuando llovió largo el 73 un año sucio, agujero sangriento el sol; comimos caballo muerto, casi super flumina Babylonis, illic sedimus et flevimus, un cuchillo por cítara, un cóndor por arcángel, la asfixia o el vinagre de los locos, canten ahora el venceremos, ¿y entonces, estrellas, qué?; música, más y más música, disparen a los párpados; al principio caíamos de bruces, acarreábamos esas piedras grandes, de una aurora a otra. Pausado va el ojo olfateando el horror, riendo, cómo has crecido hijo, de costumbre se hace la podredumbre, de tanto mirar para paralizar, cómo de Pekín a Berlín la rotación contra la traslación porque eso es lo único que me llamo: viejoven el que juega a la muervida, luz propia el Mundo. Seis veces diez, 60 qué de aire y fantasma de aire, esto que íbamos a escribir y no escribimos, ni respiramos, ni nariz de nada; ¿el metro de medir muerte era entonces lo Absoluto que come uno por ahí entre arrogancia y libertad de pie en la tabla intrépida de los veloces?; ¿cuáles veloces, cuáles días de cuáles seis veces diez viéndose a fondo en el espejo?
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