Los días inútiles
Sobre el dormido lago está el saúz que llora. Es el mismo paisaje de mortecina luz. Un hilo imperceptible ata la vieja hora con la hora presente... Un lago y un saúz. ¿Con qué llené la ausencia? Demente peregrino de extraños plenilunios, vi la vida correr... ¿La sangre? De las zarzas. ¿El polvo? Del camino. Pero yo soy el mismo, soy el mismo de ayer. Y mientras reconstruyo todo el pasado, y pienso en los instantes frívolos de mi divagación, se me va despertando como un afán inmenso de sollozar a solas y de pedir perdón.
(La muerte del cisne)
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