He allí la vida
No se ama mucho o poco. Se entrega uno, decididamente, en un abrazo que dura toda la vida al ser que palpita en el encuentro: puede cambiar la persona, el ser sigue siendo el mismo. No se ama a veces, o porque sí. Se es siempre ese otro hecho vida presente y temporal. El amor no tiene futuros, es eternidad de la saliva y arrobamiento de una piel embebida en el instante: sudor y orgasmo, renovación de la ternura. El amor no viene ni va, es eje aprehendido al calor de los años; de musgo y de ceniza brota incontenible entre un ser y otro como signo gozoso de igualdad, matemática que es química; biología de los pares y los nones, carne del espíritu resuelta en plenitud: precisión del tiempo que borra su paso. No, no se ama mucho o poco. Se ama, simplemente, en la inasible complejidad de los espacios. Se ama. He allí la vida.
|