Acertijos de ratas
Ahí había una rata gris que me miraba con sus verdes ojos sacándolos de su agujero "¡Hola, rata! —le dije— ¿Será posible que yo llegue a hablar en el lenguaje de las ratas?" Y aquellos verdes ojos pestañearon, pestañearon desde el agujero. "Vuelve —le dije—. Dime algunos acertijos. Las ratas han de tener sus acertijos". Aquellos verdes ojos me pestañearon y, del agujero, salió un susurro: "¿Quién crees que eres y por qué rata eres? ¿Dónde dormiste la noche pasada y por qué es que estornudas los martes? ¿Por qué la sepultura de una rata no es más profunda que la del hombre?" La rata ojiverde chicoteó su cola y, tras el gris agujero, desapareció.
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