Plegaria del acero
¡Colócame en un yunque! ¡Oh Dios! Golpéame, martíllame en una pezuña de cabra. Déjame atisbar en viejas paredes desvencijadas. Permíteme sostener y destruir los viejos cimientos. ¡Colócame en un yunque! ¡Oh Dios! Golpéame, martíllame en un perno de acero. Introdúceme a las vigas de los rascacielos. Sujétame, con remaches al rojo vivo, en todas las vigas centrales. Déjame ser el gran clavo que sostiene al rascacielos en una noche triste tapizada con blancas estrellas.
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