Material de Lectura

Tullido


En cierta ocasión miré a un tullido.
Respiraba con lentitud sus últimos días
de blanca peste.
Miraba con sus ojos cavernosos,
pidiendo aire.
Gesticulaba con desesperación
moviendo sus manos desgastadas.
Más tarde, en la casa oscura
y polvorienta de un barrio, me dije
que hubiera preferido ser un alto girasol,
en un jardín campestre, que levanta
su rostro café-dorado ante el verano,
bañado por la lluvia
y cubierto por el rocío,
mezclado entre amapolas
y montones de malvas;
mirando maravillado, noche tras noche,
las claras procesiones en silencio
que hacen las estrellas.