No me escucharás nada pasará por ti nada pasará ni sombra ni sonido ni mano a agarrar ni hueso firme enlutado ni tijera ojerosa estremeciéndose ni botella harapienta y maldecida. Nada irá por ti a qué invitarte? No podrás reconocer lo desvivido tu desnuda apariencia el traje erguido la deslizada túnica las rodillas en orden la sandalia jadeante. Cuál será tu recurso la fórmula airada el método sangriento el furioso sistema tu ciencia destruida? Nada ocurrirá por ti. Otra vez sin embargo te digo de visitar los callejones transcurridos y subir esta ancha ciudad en su deshábito la hierba tocar donde los campos permanecen dar aviso al aullido y su perro caminar la oscura piedra en la playa extendida. Nada nuevo en ti. Te llamo a mi mesa de una tabla sola de un vaso calcinado y una apenas cuchara con una sola sopa y tenedor y cuchillo según me enseñaron y un solo pan partido que nombro para dártelo en tu hambre tan muerta y poca. Nada hay en ti no somos parientes ni hermanos. La amistad no sucedió como una hoja entre nosotros. No hablo de amor ni de encorpadas sábanas ni almanaques dudosos ni cartas ni fechas ni lágrimas menciono. Nada podemos hacer en ti. Aquí estoy con mi fósforo o mi lámpara soportando lo propuesto golpeando lo vivamente vivido encendiéndome sin luz con mis manos solo luchando en mi mesa y cubriendo calles y tierra sí descalzadamente. Nada pues y cuando la carne el terrón cotidiano no esté más contigo formándote el ojo llorado el mojado pelo la recta fuerza el rostro así los labios escupidos la cara sabrás hacer con sólo huesos tu retrato?
|