Es el sueño de tocar la realidad como una tortilla con su chile y sus trazos de salsa en la carne: fue lo así soñado con muertos ojos de otro con ceguera de mundo conocido: pies desnudados corriendo sobre tanto vidrio y no verse la cara propia sólo cuerpo de pecho para abajo hacia la basura sin hedor de esta misma ciudad que ya fuera de su sueño el recuperado cuerpo habita. Muchachos en cuero y en piel duras imágenes creciendo su muerte en los viaductos: cáscaras de automóviles perforadas por huesos manchones herrumbrados por los jugos de la intimidad por el grito que a toda pérdida conduce destrucciones de cada soñar porque el párpado no llega a la pura realidad del sueño que tú agregas a este sueño. Pies enterrándose en vidrios desgarrados la piel de los muchachos reseca contra el pavimento papel que saltará con noticias distintas. Un niño en su caja sentado entre trapos y mugres la cabeza pretende dormir salirse del sueño contemplado sangre por el pelo la nuca los brazos: la madre soñada coloca en su cráneo el sacrificio de una rata partida a metal. (No estamos en ninguna realidad de piedra.) Mueve el niño su voz que no se entiende por estar agarrada al sonido del sueño. Desoñar la verdad del silencio arrancar el animal antes que muera antes que la luz del día inevitable explote en los ojos y nuevamente así nos enceguezca.
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