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Una parábola acerca de Scott |
Las mansiones de moda en Long Island están en nuevas manos. Allí Gatsby había muerto, luego de amar una mujer. Quedaba el dolor, tan solo, como una presencia fraternal y los afectos superfluos, aferrándose al cuello. "Dilapidé mis esperanzas en las pequeñas carreteras que llevan al sanatorio de Zelda." Apelaba a frases pastosas, y los hermosos rostros del año pasado dejaban advertir su vacuidad. Entretanto, en los guiones, el productor tachaba giros innecesarios: era el final. Frasco vacío, boleto para una función que ya pasó, faltaba el postrer ultraje. Agradeciendo el tibio vino de la compasión supo que tenía derecho a morir en paz. |