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Henry James |
De la vieja mansión donde imperan los buenos modales sólo nos queda esta historia. Más allá de la sugerencia flota un aire obsceno y el amable caballero gritará por fin al comprobar cómo a pesar de sus esfuerzos el crimen sí se había llevado a cabo. Igual a un par de guantes que nadie, al parecer, reclama —la prueba, para llamarla de algún modo— el pasado sigue siendo real, odioso e inalterable. Pero la dama que sonríe, prolongando una última luz sobre tan vasto jardín, nos permitirá comprender hasta qué punto también nosotros estábamos terriblemente equivocados. |