Nota introductoria
No sin la presentación simultánea del original francés y de su versión española me hubiera atrevido a componer este breve espicilegio de Stéphane Mallarmé, cuya obra ha constituido siempre uno de los desafíos más arriesgados para los traductores que muchas veces, en el intento, se han revelado como excelentes poetas al rebasar, esquivar o absorber el original pero sin conseguir jamás en otra lengua su equivalente exacto. El honor de la diferencia no reside en ninguna característica propia de la lengua francesa (que, sobre todo en los niveles de la lectura poética, es casi igual que la nuestra) sino en la originalidad del lenguaje poético de Mallarmé. Se supone que Un coup de dés sería un fragmento mínimo de esa gran obra soñada. Valéry, que conoció esta prodigiosa construcción poética en su estado de pruebas de plana exclama: “Donde Kant, bastante ingenuamente tal vez, había creído ver la Ley Moral, Mallarmé percibía sin duda el Imperativo de una poesía: una Poética... Él ha intentado... elevar en fin una página a la potencia del cielo estrellado.”
Salvador Elizondo
|