Otro abanico6
de Mme Mallarmé
Oh soñadora: para que yo me sumerja en la pura delicia sin camino, sabe, por una sutil mentira, guardar mi ala en tu mano. Una frescura de crepúsculo te llega a cada compás, cuyo golpe prisionero hace retroceder el horizonte delicadamente. ¡Vértigo! He aquí que se estremece el espacio como un gran beso que, loco de nacer para nadie ni estalla al fin ni se apacigua. ¿Sientes el paraíso feroz, lo mismo que una risa enterrada, fluir del ángulo de tu boca al fondo el pliegue unánime? El cetro de las riberas rosas estancado sobre las tardes de oro, éste lo es, este blanco vuelo cerrado que tú dejas posarse contra el fuego de un brazalete.
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