Yerbas amarillas
Sobre la arena, yerbas amarillas. Una vieja huesuda es este viento. La charca es una bestia estremecida. El mar en su quietud sigue su cuento. Tarareo mi saldo, silencioso. Mi patria es una chaqueta vendida. La tarde en las colinas se detiene. Mi corazón me pide que no siga. A través del azul cielo que fluye brilla el islote de coral del tiempo, zumbando; brilla un caserón, un abedul, una mujer, un mundo muerto.
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