X. V.
No podemos abandonarnos, nos aburrimos mucho juntos, tenemos la misma edad, gustos semejantes, opiniones diversas por sistema. Muchas horas, juntos, apenas nos oíamos respirar rumiando la misma paradoja o a veces nos arrebatábamos la propia nota inexpresada de la misma canción. Ninguno de los dos, empero, aceptaría los dudosos honores del proselitismo.
De Espejo (1933)
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