El primer odio
Yo sabía recitar Fusiles y muñecas y la Serenata de Schubert y A Byron, pero en la librería de mi casa estaba un libro de don Manuel Puga y Acal, Poetas contemporáneos —188...— en que se destrozaba a mis ídolos y yo odié terriblemente a don Manuel Puga y Acal. Después no he sabido más de Peza, ni del Duque Job, ni del otro y hasta hubiera olvidado a su agudo crítico de Guadalajara. Lo he tratado; es gordo, ya no usa bigote ni escalpelo de la crítica ni seudónimo, y es Secretario de la Universidad; hasta me ha saludado alguna vez. Pero ¿cómo iba yo a saber que crecería tanto o que Brummel duraría tanto?
De Espejo
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