Material de Lectura

Cruz, el gañán


Todas las mañanas, desde que se acuerda,
ha pasado por la tienda de Fidel
a tomar unos tragos de alcohol teñido
antes de sacar la yunta.
El sol va quitándole el frío primero,
luego ya le quema la espalda
y cuando es más fuerte, porque el Sol está en medio,
llega su mujer con el almuerzo y el jarro de pulque.
No hablan absolutamente nada,
mastican lentamente, en silencio
y luego ella recoge las cazuelas y se marcha
con pasos menudos
y él vuelve a instalarse detrás de la yunta
hasta qua comienza a hacer frío y ya nada se ve.
Entonces vuelve a pasar por la tienda de Fidel
y se para en la puerta, estático, embozado en su poncho;
ve llegar a los chicos a comprar dos centavos de petróleo
o tres de azúcar o un litro de maíz
y luego se toma otros tragos de alcohol teñido
y vuelve, tropezándose, a su choza,
hablando solo en voz muy baja,
saludando a los que tropiezan en el camino,
y se acuesta al lado de su mujer.
El sábado le darán su raya
porque gana setenta y cinco centavos diarios.
Todas las mañanas, desde qua se acuerda,
y los domingos, le queda más tiempo
para tomar tragos de alcohol teñido
y hablar, hablar, en voz muy baja, para sí mismo.


De Poemas proletarios