La poesía
Para escribir poemas, para ser un poeta de vida apasionada y romántica cuyos libros están en las manos de todos y de quien hacen libros y publican retratos los periódicos, es necesario decir las cosas que leo, esas del corazón, de la mujer y del paisaje, del amor fracasado y de la vida dolorosa, en versos perfectamente medidos, sin asonancias en el mismo verso, con metáforas nuevas y brillantes. La música del verso embriaga y si uno sabe referir rotundamente su inspiración arrancará las lágrimas del auditorio, le comunicará sus emociones recónditas y será coronado en certámenes y concursos. Yo puedo hacer versos perfectos, medirlos y evitar sus asonancias, poemas que conmuevan a quien los lea y que les hagan exclamar: "¡Qué niño tan inteligente!" Yo les diré entonces que los he escrito desde que tenía once años: No he de decirles nunca que no he hecho sino darles la clase que he aprendido de todos los poetas. Tendré una habilidad de histrión para hacerles creer que me conmueve lo que a ellos. Pero en mi lecho, solo, dulcemente, sin recuerdos, sin voz, siento que la poesía no ha salido de mí.
De Espejo
|