El vendaval que tiene a Extremadura cogida por el cuello, trajo sueños de un tiempo acongojado. ¿En qué caverna fraguóse el material de estos delirios que a todos lastimaron? ¿Qué presencia sin rostro dispersó por los cuartos sus airados lebreles? La aurora entró. Nosotros, mudos, vencidos por el ángel más terrible, sentimos su mirada. ¿Es la tormenta la feroz autora de estos sueños rugientes? ¿O, tal vez, sólo es cómplice del ángel? Vendrá la paz. Sobre Plasencia el viento sembrará sueños mejores. Los de ayer fueron hijos de la lluvia, de esta larga tormenta que el aire rompe y que a la tierra enturbia.
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