¿Dónde te esconden, oh consuelo del mundo? Novalis
Agitando las manos hasta llegar a la agonía perfecta. Con los ojos abiertos a las pequeñas cosas, presintiendo la llegada de la estación destructora.
El miedo en el jardín acongoja al frío de la estatua.
Tendidos en la hierba esperamos el momento de la siega.
No hay más realidad que esta pálida espera no hay más voces que las del miedo oculto tras la sombra de esta noche interminable que se desploma sobre el jardín.