Arrugas
Adonde vuelvo los ojos, el alma ausente es un rigor que hiela toda forma en la hueca mirada. El hombre, mudo consistir de aspectos en la eterna inminencia, la perenne variación de las fuentes. Una incierta sonrisa disimula el terror y exhala entre los dientes reacios y mórbidos el turbio sueño humano. Ciegos suspiros, anhélitos, rostros ya no instigados entre muros y plantas. Lentos labios maceran antiguos venenos en el azul efímero del campo. Sosegados están los cuerpos; crece la noche arbórea entre las nubes y el universo está indemne, hasta que por una oscura herida una criatura, mudada en sombra, empieza a sollozar.
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