Como tú quieres
El cierzo resquebraja las arcillas, aprieta y endurece las tierras de labranza, encrespa el agua en las esclusas; deja azadones clavados, arados inertes en el campo. Si alguien sale por leña o anda con fatiga o se detiene aterido en capuchones o pelerinas, aprieta los dientes. Lo que reina en la estancia es el silencio del testigo mudo de la nieve, de la lluvia, del humo, de la inmovilidad del mudamiento. Estoy aquí, echando al fuego piñas de pino; tiendo el oído al bramar de las ventanas, sin ansia ni calma. Tú, que por vieja promesa llegas y ocupas el lugar que dejó el sufrimiento, no desesperes de mí o de ti; hurga en las adyacencias de la casa, busca las hojas grises de la puerta. Poco a poco se colma la medida, poco a poco; poco a poco, como tú quieres, la soledad se desborda. Ven y entra, sácala a manos llenas. Es un día del invierno de este año, un día, un día de nuestra vida.
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