Ah, no te quedas inerte en tu cielo
Ah, no te quedas inerte en tu cielo y la calle se repuebla de alarmas pues tu inminencia alienta contenida por el silencio de flamantes muros y ventanas que miran el invierno. Caminar es venir a tu encuentro: vivir es medrar en ti, todo es fuego y espanto. Y cuántas veces, a punto de descubrirte, he temblado por un rostro repentino tras los batientes de una antigua puerta en la penumbra o al empezar las escaleras
|