gritos que son ángeles lavar la ropa tenderla esperar son ritos sonrisas del mercado cómo quisiera compraros hay arcos de luz del sol que apresan la conciencia y entonces ya nada se sale se sabe todo lo mismo que se ve se sabe nada hay ya que atar el coro canta pífanos trompetas y zampoñas caramba he dado más vueltas de lo necesario desandando el tiempo hasta el amor se nota que ha pasado el tiempo bagatelas al fin que no somos sino brizna y en llegando de más arriba de las cabezas ángeles imaginan que ensordecen deslumbran atosigan colman los corazones
La sexagésimo sexta
Haz de cuenta que esta piedra que es la vida tuviera no muchas sino pocas caras y tuviera superficies lisas y texturas suaves con qué gusto entonces contáramos el devenir de esta pedrea como niños contentos en recreo y viéramos que cualquier cosa si es de piedra es buena para arrancar a platicar de cosas que a nadie le interesan pero son jugosas como el día la pasión el buen cansancio de estar ante el ojo implacable de uno mismo a la hora de hacer la obligación adulta de mirar al mundo con ojos ostensibles habría de ser distinta la manera de tomar una piedra de abrazar la tierra de beber el agua de sentir el buen aire que sopla sobre nosotros de mil modos su mayor y mejor sabiduría
La septuagésimo sexta
de dónde nace el fuego vasta luz basta candente luz déjame pensar de dónde cómo he de sacar en claro nada entre tanta claridad de la rajada primera del oculto corte del medio de la carne de mujer ya sé de dónde de un ojo que puede construir lo que no ve perdona que pregunte pero quién puede tragarse el saber lo que sabemos y decir yo sé de dónde para mí que no hay más que acercarse como quien se asoma al lecho de los astros a esa cosa imponderable comible trajinable para que todo estalle y se haga fuego entre una algarabía de pelos olores y sabores disculpa lo sencillo el acientificismo la sonrisa la luz viene en espiral de adentro del centro de la mujer y nace el fuego
La septuagésimo séptima
pues todo hacia un limitado fin se encamina la cabra la piedra la estrella el paso decidido todo un fin próximo y sabido al migajón a la pulga al agua ¿al agua dije? ¿se acabarán el agua el fuego y el viento y la tierra? mucho más pronto que la sorpresa de imaginarlo el libro el beso la sonrisa la marca de los labios y qué casualidad también la vida y no digamos la propia la que observa la que mide la que constata que no es más que un hilo recortado a la mitad y a la mitad y a la mitad mas hay un fin otro un fin fin del que nadie tiene informes qué monserga
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