Hacia una poética del Yo lírico
Gottfried Benn (1886-1956) elaboraría su teoría del Yo lírico desde muy temprano en su desarrollo como escritor. El Yo lírico será un nuevo tipo de ego autoconsciente y creativo que tiene acceso a energías primordiales, presentes desde siempre en las corrientes de imágenes que caracterizaron las primeras estancias de la psique humana. El papel del Yo lírico sería el de seleccionar de esas profundidades prerracionales del Yo primario las visiones e imágenes de una realidad trascendente, una realidad preilustrada que dominara suprema antes que la emergencia de las ideas de Historia y Progreso interfirieran, destruyendo la unión original entre el hombre y su ambiente. En la teoría de Benn, estas visiones e imágenes son míticas en cuanto que son ficticias, creadas por el artista individual. Para llegar a tales fuentes, el ego personal, la personalidad que pasa por uno en el mundo burgués, debe ser eliminado, y sus barreras y muros protectores deben ser derrumbados para permitir el acceso a las visiones del desencadenado y extrínseco Ser. Este derrumbamiento debía suceder por diversos medios de intoxicación —frecuentemente drogas—, pero más generalmente por estados alucinatorios autoinducidos de manera externa. Todos ellos, empero, eran iniciados por medio de la concentración del lenguaje, y más específicamente por la concentración de una palabra específica, la Südwort de su periodo tardío, por ejemplo.
La poesía
La poesía de Gottfried Benn no se explica sino como el fruto de una prolongada maduración intelectual que tuvo como origen el expresionismo en los albores del siglo XX y que atravesaría todas sus crisis intelectuales, políticas, sociales. Desde sus primeros dos poemas, cuan inmaduros y convencionales se quiera considerarlos, es posible detectar elementos que anuncian su evolución posterior; sin embargo, nada autoriza a imponer un elemento teleológico a la lectura e interpretación. En Rauhreif yase halla in nuce la poderosa imagen que utilizará, más de treinta años después, en el asombroso retrato de la avalancha de nieve del espléndido Sils-Maria, uno de los muchos poemas dedicados a Nietzsche, figura fundamental para entender su pensamiento y su poesía.
El cataclismo de su época será reflejado en las páginas de Morgue und andere Gedichte a través de un grupo de breves poemas en los que las imágenes tradicionales de la novia, en Negerbraut, o de una pareja, en Requiem, por ejemplo, son transformadas a través del retrato de un mundo sin sentido y sin valores. Incluso el eco de Nietzsche se puede escuchar desde estos primeros poemas, como en Kreislauf, en el que es posible suponer desde el título una referencia a la teoría del eterno retorno nietzscheano. Morgue dará un infame nombre a su autor, fama que no lo abandonará jamás, ni siquiera después de muerto. En su segundo opúsculo, Söhne, el tema expresionista de la rebelión de los hijos hacia los padres hallará una particular resonancia, en particular en Mutter, reproche de Benn al padre por haberse negado a darle anestésicos a la madre del poeta en su terrible agonía. Pero su primera obra maestra será Der junge Hebbel, en el que expone la naturaleza y especificidad de su propia labor poética en términos de sufrimiento, trabajo, esfuerzo, superación de los obstáculos de origen, y tendencias individuales, así como en términos de trágica soledad y grandeza. Éste será uno de los temas recurrentes de su obra lírica posterior. Si las abiertamente escandalosas imágenes de Morgue und andere Gedichte fueron piedra de escándalo en el Berlín de principios de siglo, en Fleisch, Benn escribirá su más abiertamente provocativo, terrorífico y espantoso poema. A diferencia de Söhne, en Fleisch los poemas se hallan colocados en bloques bien definidos, a través de los cuales intenta transmitir con mayor claridad sus postulados estético-filosóficos. A partir de ese momento, Benn mostrará muy pronto una preocupación sumamente específica por los problemas concernientes a la identidad del individuo, a través del ciclo de novelas-ensayo Gehirne —donde aparece su alter ego, Werf Rönne— y de no pocos de sus poemas iniciales.
Heredero de Nietzsche, Benn hará suya la plataforma ideológica del filósofo del Übermensch, desarrollando a partir de aquella su propia Weltanschauung. El artista que Benn retratará una y otra vez en diversos y magistrales poemas, llevará el estigma del modernismo: desapareciendo toda referencia a Dios, el artista moderno está solo, y el proceso creativo es producción antes que inspiración divina. En Gesänge, otra composición magistral y perfecta, Benn expresará con claridad meridiana los conceptos que en muchos de sus ensayos de la década siguiente plasmaría: la idea del cerebro como un error, la definición del pensamiento como una función bionegativa —la cual en Lebensweg eines intellektualisten se hará más claro, cuando diferencie muy claramente al hombre de cultura del hombre de letras—, la de que la vulnerabilidad del hombre hacia el miedo y el sufrimiento se incrementó con el desarrollo del sistema nervioso, y de que el cerebro se interpone en el camino de la adaptación del hombre hacia su medio ambiente. Esta perspectiva bionegativa será desarrollada posteriormente hasta sus últimas consecuencias, y dará como resultado algunos de los mejores poemas del siglo XX.
Durante su periodo expresionista desarrollará dos tipos de poesía, que Fleisch evidenciará con mayor fuerza: por un lado, los poemas de corte expresionista, escandalosos, y los que evocan su idea del complejo ligúrico, que surge en su temprano poema D-Zug, y que desembocará en su concepto de la Südwort, de su etapa de aislamiento. En O Nacht y Kokain, poemas de corte hímnico monológico, intentará hallar una solución al problema de la ausencia de trascendencia y a la imposibilidad de una relación Yo-Tú; en ellos recurrirá a la experiencia de la ingesta de drogas como crítica a la progresiva cerebración del hombre, y como un desesperado intento por reproducir ese estado primigenio del que el hombre moderno se ha alejado, al parecer irremediablemente.
La etapa expresionista desembocará en una poesía que es deudora de ella aunque formalmente no lo parezca. El tema que comenzará a prevalecer en su poesía de madurez será la transitoriedad —como lo desarrolla su único poema extenso, Das Unaufhörliche,musicalizado por Paul Hindemith en 1931— y la forma en que el arte logra vencerla. Du mußt dir alles geben, también musicalizado por Hindemith en 1930, es considerado una de sus más elevadas creaciones y una absoluta obra maestra de musicalidad y perfección. Durante este periodo, Benn comenzará su acercamiento hacia el nazismo, que derivará en el alejamiento de todos sus amigos, la censura de los nazis al descubrir su pasado expresionista, su aislamiento total por estas dos causas, y la creación de no pocas obras maestras, en donde el tema de la soledad y el sufrimiento parecen obsesivos, y en los que la figura de Cristo, nombrada o aludida de muy diversas formas, recorre no pocos de sus mejores poemas. En Sils-Maria, un poema que retrata a Nietzsche abrazando a un caballo cuando es golpeado por el caballerizo, aparece la noción ya presente antes en Der junge Hebbel, del sufrimiento como precondición del conocimiento así como del arte, por medio del uso de la técnica del pastiche, común al barroco, de reutilizar la imagen de un texto previo. Lo mismo ocurre en Wer allein ist, en donde desde el título se establece la noción de que la soledad es un prerrequisito para el proceso creativo del poeta. En Turin, se retrata a Nietzsche como un modelo para resaltar la separación del mundo de la forma del mundo burgués. En Suchst du la Pasión de Cristo se puede advertir entre líneas, en particular en el último verso. En Einsamer nie se revela su búsqueda por la planificación y el orden. Probablemente su más célebre poema del periodo es el breve Ein Wort, ampliamente discutido y estudiado, en el cual el tema es el de la poesía misma, cuya semejanza con Die Form no puede pasar inadvertida, al tratar éste de la naturaleza imperecedera del poema. En Chopin el tema es el artista y no el arte, un poema que aplica su célebre técnica del montage ydel collage, que será la base de casi toda su producción tardía, como en el autobiográfico 1886, poema conmemorativo de su propio nacimiento, y que incluiría en su autobiografía, Doppelleben. Para el final de sus días, y en medio del más atroz aislamiento, Benn compondrá sus mejores poemas, que reunirá bajo el apacible título de Statische Gedichte, un magistral libro programático, que verá la luz en Suiza primero, por pesar sobre el autor la prohibición del gobierno aliado por su cercanía con los nazis. En éste se halla un poema insólito, Monolog, de una violencia que recuerda, sin lugar a dudas, su origen expresionista y que ocupa un sitio único en la obra de Benn al atacar el barbarismo alemán. Es quizá el único poema del periodo que abandona el orbe del mito y la palabra en estado de trance para abordar un tema de actualidad. Otra obra maestra es Orpheus’ Tod,escrito en memoria de su mujer, fallecida unos días antes de que la guerra viera su fin, y representa, sin duda, uno de sus más impresionantes logros del periodo, y uno de los poemas órficos más elevados de todos los tiempos, y uno de los más estudiados y comentados del siglo XX. Su último poema, Kann keine trauer Sein, escrito en su cama de hospital, aborda el tema de la vejez, la despedida, la muerte y la forma en que el Yo lírico afronta el inminente fin. Aunque algunos críticos consideran no se trata de uno de sus mejores poemas, sin duda es relevante como su testimonio postrero, y porque parece cerrar, en tono menor, toda una existencia dedicada a la actividad creativa y reflexiva, con un guiño de una rara esperanza que parece dirigirse hacia un panteísmo latente.
La antología
Aunque ninguna antología puede ofrecer una visión cabal de la complejidad de la obra de Gottfried Benn, la presente busca reflejar algunas de las ideas que dominaron su pensamiento y que nuestro prólogo expone de manera apenas suficiente. Su obra ha sido extensamente estudiada, y sólo las de Goethe y Kafka se le pueden equiparar en atención y vitalidad en lengua alemana. El notable libro de Augustinus P. Dierick evidencia que no ha habido un solo texto de su obra literaria que no haya sido estudiado, comentado y analizado con erudita pasión y profundo cuidado. La actualidad de sus propuestas estéticas fue recientemente señalada por Susan Ray en un libro esclarecedor, y sus relaciones con los problemas que aquejaron a otros poetas, como el caso de Fernando Pessoa, ha sido expuesto en un extensísimo y erudito estudio debido a Martin Steinmetz. El desarrollo de su poética —de ninguna manera estática y unitaria— ha sido estudiado con prolijidad y rigor por Angelika Manyoni, y sus relaciones con el nazismo por Marc William Roche.
De ninguna manera la traducción puede sustituir o acercar a la precisión y maestría de la palabra de este enorme poeta. Estas traducciones, por cuan cuidadosas han sido, apenas dan un pálido reflejo de su belleza incomparable. A lo largo de la última década he dedicado numerosas horas a su lectura, a veces al borde de las lágrimas, y de su consecuente traducción. Desde ese entonces Benn se transformó en mi más entrañable amistad literaria. Me resta agradecer a Christine Hüttinger, distinguida profesora del Goethe Institut Mexiko, quien hace siete años aproximadamente revisó mis primeras traducciones.
Para la selección de los poemas de esta antología me serví de la Gesammelte Werke. Gedichte, editada por Limes Verlag, en Wiesbaden, en su tercera edición de 1966, que reposa tranquilamente en los estantes del Goethe Institut Mexiko. Espero que los lectores hallen igualmente estimulantes estos poemas. Y habrá solamente que advertir que sin el aparato reflexivo sobre el arte, el artista y su función en nuestros días, muchos de estos poemas resultarán inconclusos para su valoración.
José Manuel Recillas