Sólo para caballeros
En una cama de barrotes la aurora limpia un pañuelo manchado. El día nace ya sucio. El humo de las colillas baja de los ceniceros como el incienso de los altares. Un olor a frituras aturde a los hombres que entre espejos y latas de conservas caminan rumbo a la muerte. Se alquilan cuartos para caballeros. Y mi inmundo hermano sin nombre oye escurrir el agua de la descarga quebrada de una letrina.
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