Los dos paisajes
Al paisaje azul, mujer, te incorporaste. Tu cuerpo era más desnudo que los cristales más puros. ¡Numeroso animal, suma de armonías! Mis manos se hacían redondas y tocaban esferas incompletas. Mi amor era tanto que brotaban lágrimas. Y era tanta la alegría de estar contigo en Génova que yo ya no sabía cuál era el mejor viaje: si a solas contigo o junto al paisaje; si en un cuarto de hotel o descendiendo en ciudades.
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