Elva Macías Selección y nota introductoria de Roberto Elsa Cross VERSIÓN PDF |
Nota introductoria |
Nacida en Chiapas, en 1944, Elva Macías proviene de una rica estirpe de poetas chiapanecos cuyo patriarca, Jaime Sabines, es uno de los más queridos y admirados en México.
Elva está, por muchas razones, en esta tradición, logrando al mismo tiempo imponer con gran libertad su propia voz. Recoge y recibe elementos no sólo de la poesía sino del legado ancestral de esta tierra; pero es también completamente independiente y llega incluso a la ruptura, cuando es necesario. En este sentido, me parece percibir un marcado contraste entre Elva y otra antecesora ilustre, también de Chiapas, Rosario Castellanos, en quien la tradición se convierte en una imposición aplastante hacia la cual responde con sumisión y desesperanza, si no en su vida social, sí en su poesía. Libre en su cercanía y en su distancia de ese núcleo ancestral, la vida de Elva se enlaza con sus motivos poéticos. Pone distancia cuando en 1963 se enamora de Eraclio Zepeda, gran narrador y miembro del grupo de poetas La espiga amotinada, y los dos huyen hasta China, en lo que Eraclio llamó "el rapto más largo de la historia". Busca la cercanía, al retornar a una vida feliz, donde recobran su sitio los antiguos legados. Pero éstos también se encuentran en los viajes, y aparecen en lugares distantes junto con las imágenes de la propia tierra. La imagen poética une al río Perfumado de China, al Vítosha, de Sofía, y al Tulijá, de Chiapas —estos dos últimos, en poemas de Lejos de la memoria, 1989—; y es notable cómo se enlazan "Ascenso a San Cristóbal5'' y "Al borde del camino de Li Tai Po" (Imagen y semejanza, 1982). La tradición y el arraigo mismo borran sus fronteras, y son tan conmovedores los poemas de Elva que recrean a la figura de su propio padre ("Hacienda de San Agustín", "Piscis"), como los poemas finales de la nodriza del joven príncipe. El arraigo es arraigo por la tierra misma, más allá de tiempos y espacios, y no sólo se funda en la riqueza espiritual de su herencia humana, sino en su materialidad misma: "En la mesa se extienden frutos habituales,/todo es festinado en el quehacer o en la holganza", o del poema "Breve fundamento para una ciudad":
Se habla de fundaciones, desapariciones y también desplazamientos de ciudades: "Ah, ciudad que viaja para desconcierto de las caravanas", dice en una misteriosa secuencia de "ciudades", incluida al final de esta selección, donde el juego entre una ciudad interior y otra exterior subraya un doble acontecer presente en los poemas, que se desenvuelve entre la imagen poética y el hilo narrativo. Conozco el correlato anecdótico de la escritura de otro poema "Voz escanciada", que cierra Círculo del sueño (1975), y fue el hecho insólito de la desaparición de una ciudad o, más bien, un pueblo de Chiapas, La Concordia, que quedara sepultado bajo las aguas de la Presa de la Angostura. El poema prescinde de la anécdota, pero a las vibrantes imágenes de la inundación, se intercalan otras de rasgos casi pastoriles, que hablan de una pareja de hermanos que se anega, también en el duelo de la separación:
Constantes imágenes de viajes y traslados se unen a las imágenes de la permanencia. El vínculo con la tierra está en todas partes:
escribe en el pequeño y extraordinario libro que aquí se reproduce, Los pasos del que viene (1971). En él recoge, como propias, imágenes de China. La limpidez de los versos tiene la precisión y la soltura de un trazo caligráfico:
dice, completo, un poema. En otro, una imagen paralela, nos da igualmente un instante de revelación:
Esta comunión con la tierra se manifiesta en otro aspecto importante que es la mujer. "Frío destello" e "Imagen y semejanza" hablan de una nueva mujer, mucho más libre. "Imagen y semejanza", del libro del mismo título, es un hermoso canto a la condición femenina. Dice: Y no entre la nostalgia heredada "Frío destello", poema no recogido en ninguno de los libros anteriores, habla de la "blanca displiscencia de hospital" donde liberadas del germen no deseado, van las mujeres ...con la decisión de ser infieles madres, Y junto a la nueva mujer, en los últimos poemas de esta selección, aparece una de las imágenes más antiguas de la mujer y menos tocadas en la poesía de nuestra época: la de la nodriza, que hace presente en figura humana los aspectos nutricios de la tierra que se muestran en todas las fases de esta obra.
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La voz |
La voz, orillada La voz, irisada |
Los pasos del que viene |
I Danza nocturna de cascos en la piedra, II En la tribulación, III Murió sin fin IV Quién fuera aquel que se perdió en las dunas, Ay, el lamento de mi voz. V Paseo la mirada por el estanque, VI En el té de jazmín VII Entre mariposas VIII Olor de insectos es el pozo, IX En la terraza X Nada se agita en este verde prado. XI Toma la voz del grillo XII Escribo a Chan Min Shu XIII Interrupieron mi labor XIV Anticipo mis pasos XV Ceremonia al despertar el año. |
Voz escanciada |
Sin misericordia Tu cuerpo, incauto amor, Las blandas hojas Desventurado el juego A tu paso Ay, la tierra que labramos juntos... Los suburbios del aire Sean tus ojos Violenta tu silenciosa travesía, Se diluye tu arrebato Errante, vuelvas Sobre mi piel Una cigarra enciende Entremuere la luz Desaliñados juncos Las manos del orfebre se abren. El agua es esa luz que se aniquila Andas, andas a tientas, Y mis ojos, únicos continentes del deseo, Ojos que en la vigilia y en el sueño Los cauces de los ríos se vuelcan. Los caminos son una sola mancha: ¿Qué sueño errabundo ha de volver? Desde la gran pupila, Hermano, ausente mío,
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Al borde del camino de Li Tai Po |
Bajo un árbol |
Perdiz |
Arco en la nieve |
Ascenso a San Cristóbal |
Desde la montaña |
Dispersión |
Forma de sabueso |
El regreso |
Supe de mi regreso |
Breve fundamento para una ciudad |
Amanecimos Este es el sitio. Cien años después amanece y las fachadas se |
Frío destello |
Valgan de ti calladas actitudes Revolotean las frustradas parturientas |
Imagen y semejanza |
El bien sea dado. |
Vitosha* |
Río de piedras a Jaime Sabines Hace millones de años |
Río Tulijá |
En medio de la selva |
Casa abierta |
a Roger Brindis En las caballerizas las bestias jadean |
Hacienda de San Agustín |
El claustro derruido. |
Piscis |
Padre, tus pies, |
Ciudad interior |
Fragmentos |
* * * La ciudad ve partir a sus exarcas a países remotos, como la certidumbre de su cometido. Después de que el último peregrino recibe la sombra en su cuerpo, como un vaso olvidado, cierra sus puertas. La ciudad vuela cuando el desierto enfría. Su muralla es el canto de una moneda que se acerca al ojo del Gran Coleccionista. Lanzada al cofre de sombra como una parábola, encalla en mar ajeno. Ojos que dormían se abren y no recuerdan un ocaso sin mar. Alaban y vuelven a cerrarse avecindados en su revelación. *** * * * La ciudad contra el cielo avanza y deja tras de sí sus cementerios, ahuyenta bandadas de perdices. En los ojos de las aves nocturnas, el llanto de sus hijos extraviados. En la cancelación del duelo, su errancia interminable. |
Ciudad prohibida |
Fragmentos |
No sé cuál es ahora el nombre de los hijos que parí. En mi memoria sólo el vértigo de arrullarte. Sol en mis pechos. Aún guardas mis prendas exquisistas en percheros de blancas astas —ciervos de tu primera cacería— De mi vida anterior Premonición. * * * Las mujeres más jóvenes * * * Nodriza enloquecida *** Voy traspiés, dando traspiés |
Ciudad exterior |
Fragmentos |
La seda púrpura bajo el palio *** Como la barba y el pelo *** Montañas separadas como jibas La ciudad es un sello En el embarcadero un coro de ciegos: De las cuevas de imágenes sagradas Así fluye el canto de los mendigos. |