a Roger Brindis
En las caballerizas las bestias jadean han traído los beneficios de la huerta: el aroma de racimos recién cortados invade el patio... En el jardín merodean los pavones, los pijijis, los alcaravanes entre el almendro, el tamarid, las rosas... Pies descalzos prodigan su frescura en los corredores. En la mesa se extienden frutos habituales, todo es festinado en el quehacer o en la holganza. Cada mañana las puertas se abren de par en par, en el zaguán hallan reposo el loco y el mendigo, y los viajeros, sin traspasar cerrojos, se cobijan del sol a mediodía.
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