Vers de societé
Mi esposa y yo hemos invitado a un montón de vagos A que vengan a perder su tiempo y el nuestro: ¿acaso Te interesa acompañarnos? En el culo del mundo, amigo mío. El día llega a su fin. La flama del gas respira, los árboles se pandean oscuramente. Así que Querido Warlock-Williams: Me temo que...
Qué curioso, qué difícil resulta estar solo a fin de cuentas. Podría pasarme la mitad de mis tardes, si me diera la gana, Con un vaso de sherry en la mano, empinado en la terraza, Intentando llamar la atención de alguna puta Que no ha leído otra cosa que Santa; Y pensar en todo el tiempo libre que ha volado
Derecho hacia la nada al quedar lleno De platos, tazas y rostros, antes que extasiado Bajo la luz de una lámpara, escuchando el viento, Y mirando cómo, allá afuera, la luna se adelgaza Hasta convertirse en una navaja afilada por el aire. Toda una vida, y aún así, qué en serio se insinúa que
Toda soledad es egoísta. No hay quien hoy día Dé crédito al ermitaño en harapos que dice hablar Con Dios (quien también ha partido); el gran deseo Es rodearse de gente amable con uno, lo cual implica Serlo también de alguna otra manera. La virtud es social. Entonces, ¿son estas rutinas
De jugar al bueno como ir a la iglesia? ¿Algo que nos aburre, algo que no hacemos bien (Preguntarle al tipo aquel por su estúpido trabajo),
Pero que tratamos de sentir porque, por más crudo Que sea, nos muestra lo que debe ser? Demasiado sutil. Y demasiado decente también.
Al diablo, sólo los jóvenes pueden estar solos libremente. El tiempo cada vez alcanza menos para estar acompañados; Y sentarse junto a una lámpara, más que paz, Trae consigo otra infinidad de cosas. Más allá de la luz, nos esperan el fracaso y el remordimiento Que susurran Querido Warlock-Williams: Pero por supuesto...
High... 19 de mayo de 1971
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