A VER QUÉ QUEDA Ponte a buscar los muros, a ver qué queda. Un terrón, cuando menos, deberá haber quedado sobre la tierra. Besa el terrón hallado. Tu boca besa, cuando el terrón besares, las pisadas paternas, todas ellas piadosas y todas buenas. Carga con tu desierto, grita a la parentela. Ponte a buscar los muros... A ver qué queda. Ve a buscar en seguida la vieja puerta. Alguna astilla leve quedará, cuando menos, sobre la tierra. Besa también la astilla. Esa astilla te cuenta cómo entraba a menudo, como una abeja, con sustento cargado, tu muerto padre por esa puerta. Ponte a buscarla, búscala, a ver qué queda. Busca el granado viejo, de ramas como muertas, que así, viejo y cansado, daba las flores vírgenes y nuevas. Y no te olvides de buscar el tronco, a ver si queda, del naranjo que, un día, el buen viejo plantó junto a la puerta. Fácil es que de aquello nada quede; pero tú siempre búscalo, poeta, y acarícialo y bésalo. Quién sabe si algo viva y lo encuentres. Dios lo quiera.
|