LA ENMIENDA
Díjele a la peña muda, estoica y fría, que el mar golpeaba: "¿No sabes odiar? Yo, en el caso tuyo, juro que odiaría. ¿Por qué el mar te azota? ¿no más por ser mar?" Y dijo la peña que el mar golpeaba: "Cállate boca, no vuelvas a hablar. Deja que me azote, ¿no ves que me lava? El mar que no azota, no sabe lavar." Y dije a la peña: "Gracias, peña mía, que a pensar me pones lo que ya sabía. Si el dolor me tiene que purificar, voy a ser un alma muda, estoica y fría. No volveré a hablar."
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