ABRE BIEN LAS COMPUERTAS El hilillo de agua, rompedizo y ligero abre la entraña obscura de la peña, de suyo, tan tenaz y tan dura, y da en la peña misma con algún lloradero. Señor: entra en mi alma y alza Tú las compuertas que imposible es que dejen que fluya mi amargura. Quiero que estén abiertas las compuertas de mi alma de roca, tan rebelde y tan dura. Soy Tomás; necesito registrar tu costado. Soy Simón Pedro, y debo desbaratarme en lloro. Dimas soy, y es mi ansia morir crucificado. Soy Zaqueo, que anda todo desazonado, viendo, por si pasares, dónde habrá un sicómoro. "Tocad, que si tocareis, se os abrirá", dijiste. Por eso llego y toco y tus misericordias seculares invoco. Señor: cúmpleme ahora lo que me prometiste. Alza bien las compuertas, Señor; lo necesito. Deben estar abiertas las compuertas del llanto que purgará el delito. Abre bien las compuertas. El hilillo de agua, rompedizo y ligero, ¿cuándo no dio en la peña con algún lloradero...?
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