Jarcia
Acomodo mis penas como puedo, porque voy de prisa. Las pongo en mis bolsillos o las escondo tontamente debajo de la piel y adentro de los huesos; algunas, unas cuantas quedan desparramadas en la sangre, súbitas furias al garete, coloradas. Todo por no tener un sitio para cada cosa; todo por azuzar los vagos íjares del tiempo con espuelas que no saben de calmas ni respiros.
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