Cantar de Valparaíso
¿Recuerdas que querías ser un poeta telúrico? Con fervor aducías los admirables ritos del paisaje, paladeabas nombres de volcanes, ríos, bosques, llanuras, y acumulabas verbos y adjetivos a sismos o quietudes (aun a las catástrofes extremas del planeta) vinculados.
Hoy prefieres viajar a medianoche, y en seguida describes episodios efímeros. Tus cuadernos registran el asombro de los rostros dormidos en hoteles de paso. Encoges los hombros cuando el alba precipita desde lo alto de la cordillera blondos aluviones.
¿Qué pretendes ahora? ¿Qué deidad escudriñas? Acaso te propones glorificar el orbe claroscuro del corazón. O merodeas al margen de los cánticos, y escribes empujado ya tan sólo por insondables apetencias, como fiera que busca su alimento donde la sangre humea, y allí filos de amor dispone ciegamente.
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