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Algunos
Yo no sé muchos nombres de volcanes o selvas; esta parte del mundo para mí representa unas doscientas almas (digo doscientas por decir) que miran a lo lejos de distinta manera cada una con cierto dejo de común azoramiento.
Oigo silbar el viento rústico, no rehúyo cantar a nuestra fauna ni soslayo la tierra mitológica; pero esta parte del mundo se refleja mejor en tal estela de miradas sensibles a las mías; fosforescentes aventuras desiguales que hienden el sigilo de la ronda.
Caras, dolientes cuerpos, vientres, lenguas, doscientas vidas en redondos números, orbes a media luz, capaces de llamar a mi puerta buscando cualquier cosa o trayendo consigo como dádiva sus horizontes preferidos.
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