Las tinieblas de Job
Dad fe del vasallaje baldío. Media muerte los ojos me ha celado. Mi cuerpo todo se derrumba, herida sobre herida. ¿Callarán las furias? ¿He de olvidar en paz el eco de mis jóvenes faenas, la profunda nostalgia de los surcos abiertos y sembrados con avidez febril? Mi culpa ¿dónde está?, ¡Memoria, desempolva el Coraje!f Siempre viva la huella de la vida, me batiré mil veces. Suban palabras como incendios más allá de las nubes. Aunque frágil y ciego, no dejaré que me arranquen la inocencia. Mantendré firmemente la justicia, y no la negaré. Bildad, Sofar, Eliú: mal fingirán razones contrarias tales bocas. Tenéis marchitas las entrañas, árido el corazón, mezquino el pensamiento. ¡Descarnada virtud! Aconsejáis paciencia desde la muelle lejanía de los templos. Juzgáis dolores y miserias arcanas. ¡Insensatos! Pretende la piadosa mentira. desarraigar los gritos de combate, única fuerza que atesora mi grave pesadumbre.
Fácil es el consejo; la comprensión difícil al plácido, pastor de vanidades. Lumbre contra la lumbre quiero yo, porque me estoy quemando a ras del suelo, desolado, bajo cielos en llamas; porque aún me sublevan fieles costumbres de batalla: ¡No cubras, oh tierra, mi sangre; no cese mi clamor!
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