La casa
El solitario escucha la voz calma con la vista entornada, como si una respiración alentara en su rostro, una respiración amiga que remonta, increíble, del tiempo lejano. El hombre solo escucha la voz antigua que sus padres oyeron en otros tiempos, clara, cosechada; una voz que como el verde de los pantanos y colinas oscurece la tarde. El hombre solo conoce una voz de sombra, acariciante, que brota en los tonos tranquilos de un oculto venero: la bebe atento, a ojos cerrados, como si no estuviera a su lado. Es la voz que un día detuvo al padre de su padre y a todos los de su sangre muerta. Una voz de mujer que suena secreta en el umbral de la casa al caer la oscuridad.
1940
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