Las mañanas transcurren claras
Las mañanas transcurren claras y desiertas. Así se abrían tus ojos en otro tiempo. La mañana fluía lentamente, era una gorga de luz inmóvil. Callaba. Tú callabas, viva. Las cosas existían bajo tus ojos (sin pena, sin fiebre, sin sombra) como un claro mar en la mañana.
Luz, donde estás tú está la mañana. Tú eras la vida y las cosas. Despiertos en ti respirábamos bajo el cielo que perdura en nosotros. Sin pena, sin fiebre entonces, sin esta pesada sombra del día, poblado y distinto. Oh luz, claridad lejana, aliento vehemente: vuelve tus ojos inmóviles, claros, hacia nosotros. La mañana que pasa es oscura sin la luz de tus ojos.
1950
|