Encuentro
Estas duras colinas que hicieron mi cuerpo y lo sacuden con tantos recuerdos, me mostraron el prodigio de aquélla, que ignora que la vivo sin poder entenderla. La encontré una noche; una mancha más clara bajo estrellas ambiguas, en la oscuridad del verano. Había alrededor la fragancia de estas colinas, más profunda que la sombra, y de pronto sonó, como si saliera de estas colinas, una voz limpia y áspera a la vez, una voz de tiempos perdidos. Ocasionalmente la veo, viviendo delante de mí, definida, inmutable, como un recuerdo. Nunca he podido aferrarla; su realidad me rehúye siempre y me distancia. Si es bella, no lo sé. Es joven entre las mujeres: pienso en ella y me sorprende un lejano recuerdo de mi infancia vivida en estas colinas; tan joven es. Es como la madrugada. Lleva en sus ojos todos los cielos lejanos de aquellas madrugadas remotas. Y tiene en los ojos un firme propósito: la luz más limpia que jamás tuvo el alba sobre estas colinas. La he creado desde el fondo de todas las cosas que me son más queridas, y no logro entenderla.
1932
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