SEMILLA DEL PLACER, la muerte mira, agazapada, en el instante donde apaga su lengua roja algún dolor que fuimos. Risa de saber que en algo nos morimos, que algo para siempre nos perdona. De escombros nuestros, se encordera el camino de la noche en andas que para morirnos escogemos. Y se vuelve alegre la ceniza de envejecer, y las arrugas el ramaje son de un tronco alegre. Se va cayendo la sufriente armazón del temor; inmunes, cada vez más muertos, aprendemos; vencida de la edad, el alma aviva el seso y se complace del cuerpo difunto en que recuerda.
El ala del tigre, 1969
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