CUANDO DUERMO —LEJOS—, cuando la carne no es más que una costra débil de niebla sobre los endebles huesos, y atrás de los dientes enmudece contra el paladar la lengua, temblando; cuando todo es blando y sin forma, espeso —tal como si el sueño viniera por los secretísimos caminos que ha de recorrer la muerte algún día—, siento que me llamas, y en tu boca llega la canción que cantaste a oscuras una vez, delante de mí. Cantabas. Y yo que te escucho paso en silencio. Lloro encadenado al sueño triste como al pie del mástil solodeun barco.
Imágenes, 1953
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