¿CUÁL ES LA mujer que recordamos al mirar los pechos de la vecina de camión; a quién espera el hueco lugar que está al lado nuestro, en el cine? ¿A quién pertenece el oído que oirá la palabra más escondida que somos, de quién es la cabeza que a nuestro costado nace entre sueños? Hay veces que ya no puedo con tanta tristeza, y entonces te recuerdo. Pero no eres tú. Nacieron cansados nuestro largo amor y nuestros breves amores; los cuatro besos y las cuatro citas que tuvimos. Estamos tristes. Juntos inventamos un concierto para desventura y orquesta, y fuimos a escucharlo serios, solemnes, y nada entendimos. Estamos solos. Tú nunca sabrás, estoy cierto, que escribí estos versos para ti sola; pero en ti pensé al hacerlos. Son tuyos. Ustedes perdonen. Por un momento olvidé con quién estaba hablando. Y no sentí el golpe de mi ventana al cerrarse. Estaba en otra parte.
Los demonios y los días, 1956
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