¡Adelante! Rey de los lacedemonos!*
Cratesiclea no permitió que el mundo la viera llorar su duelo; majestuosamente caminó en silencio; su apacible rostro no delató su tristeza ni su tormento. Sin embargo, no se detuvo por un solo instante, y antes de abordar el triste barco hacia Alejandría, llevó a su hijo al templo de Poseidón, y estando solos, lo abrazó, lo cubrió de besos, con "gran dolor y excesivamente turbada" dice Plutarco, no obstante, luchó con la fuerza de su carácter, y, esta mujer admirable, al recuperarse dijo a Cleomeno: "¡adelante! rey de los lacedemonos; cuando salgamos que nadie nos vea llorar o conducirnos de una forma que no esté a la altura de Esparta; que esto quede entre nosotros, que nuestro destino sea la voluntad de Dios". Y se embarcó, entregándose a esa voluntad.
1929
* Cratesiclea fue casi ejecutada por el sucesor de su hijo Ptolomeo IV. La acotación entre comillas es de Plutarco, Vida de Cleómenes, XXII.
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