En una gran colonia griega 200 a.c.
Nadie puede dudar por más tiempo que las cosas no marchan en la colonia como debieran, y aunque en una forma u otra progresamos quizá, ¡como muchos piensan, ha llegado el momento de llamar a un reformador político. Mas la objeción y la dificultad estriba en que estos reformadores causan un gran trastorno (serían una bendición si no se necesitaran). Por todo, por lo más insignificante, preguntan e investigan, y de inmediato inventan cambios radicales, pidiendo se ejecuten sin demora. Les agradan también los sacrificios:
"entrega esa propiedad"; "tu propiedad es peligrosa: es exactamente eso lo que daña las colonias" "renuncia a esa renta y a la otra. y luego a la tercera, es necesario"
¿Pero, qué puede uno hacer? Crean responsabilidades en exceso. Y continúan investigando y se encuentran con hábitos que quieren reprimir, cosas que son difíciles de olvidar. Y cuando, al fin, terminan su trabajo, y queda todo en su sitio debidamente clasificado, se van, llevándose los sueldos convenidos. Ahora, veamos lo que queda, después de esta ingenua cirugía. Quizá el tiempo no ha llegado. No nos apresuremos, la prisa es un peligro. Las medidas tomadas repentinamente traen arrepentimiento. Es cierto, muchas cosas marchan mal en la colonia. Mas, ¿hay humanos perfectos? Y, después de todo, vean, seguimos progresando.
1928
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