Días de 1901
Algo tenía de distinto, a pesar de su vida disoluta y su experiencia erótica; a pesar de la constante armonía existente entre su actitud y su edad, había momentos —muy raros momentos— en que su carne daba una impresión de pureza. La belleza de sus veintinueve años, tan experimentada en la sensualidad, en momentos, paradójicamente, daría la impresión de ser la de un adolescente que, con timidez, entrega su virginal cuerpo por vez primera.
1927
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